lunes, 4 de abril de 2011

El "arte" de la tauromaquia

“El toreo es un arte misterioso, mitad vicio y mitad ballet. Es un mundo abigarrado, caricaturesco, vivísimo y entrañable el que vivimos los que, un día soñamos con ser toreros” Camilo José Cela
La imagen, que muestra cómo el diestro Julio Aparicio es corneado en el cuello durante la feria de San Isidro, consiguió el segundo premio en la categoría deportes, del certamen World Press Photo 2010. 
El ser humano mata para comer y también por deporte. El problema es por qué hacerlo de una forma tan lenta, brutal y en absoluta desigualdad con el Toro? Julio Aparicio, te lo mereces y sino aprendiste tu lección, espero te vuelva a suceder. ------
 

El último partido: al fútbol en un ataúd

La muerte del joven Christopher Jacome, de 17 años, apuñalado mientras jugaba al fútbol en la calle, fue una tragedia que los medios colombianos siguieron con especial atención. Pero a veces la pasión nos lleva por caminos inesperados, y todo dio un giro surrealista cuando un nutrido grupo de hinchas del Cúcuta Deportivo, el equipo favorito de Christopher, no dudaron en coger el ataúd del chico tras su funeral y llevárselo al estadio General Santander, empujando las puertas de entrada e ignorando a los miembros de seguridad del recinto, para que el joven, o al menos su cadáver inerte, viera su último partido.
Cúcuta, por cierto, empató 1 – 1, y hay quien dice que el gol del empate lo marcó el rival nada más al aparecer el féretro en el estadio.

Historia de una foto: Kevin Carter

En marzo de 1993 Kevin Carter se tomó unas vacaciones y se fue a Sudán. Ahí, apenas aterrizar, es donde vio a la niña y el buitre. Respondió con el frío profesionalismo de siempre. No habría podido elegir otra manera de actuar. Estaba programado, anonadado. El único objetivo era hacer la mejor foto posible, la que tuviera más impacto. Ahí empezaba y terminaba su compromiso. La lógica era muy sencilla: si hacía una foto potente, se beneficiaría a sí mismo, pero también ampliaría la sensibilidad de los seres humanos en lugares lejanos y tranquilos, despertando en ellos aquella compasión -precisamente- que en él estaba necesariamente adormecida… Por eso no hizo nada para ayudar a la niña. Porque si la hubiera ayudado, no habría podido hacer la foto. Porque había llegado al límite de sus posibilidades.
En abril de 1994 le llamaron desde Nueva York para decirle que había ganado el Pulitzer. Seis días después, su mejor amigo, Ken Oosterbroek, murió en un tiroteo en Tokoza. Toda la emoción reprimida a lo largo de cuatro años salvajes explotó. Carter se quedó destruido. Lloró como nunca y lamentó amargamente que la bala no hubiera sido para él.
El mes siguiente voló a Nueva York, recibió el premio, se emborrachó, incluso más de lo habitual, y volvió a casa. La guerra se había terminado. Mandela era presidente. Suráfrica tuvo su final feliz, pero la vida de Carter dejó de tener mucho sentido. Quizá en parte porque el peligro de la guerra había sido su droga más potente, la que le había creado mayor adicción. Siguió trabajando, pero, perseguido por la muerte de su amigo y -ahora que se había quitado la coraza- la angustia moral retrospectiva de la escena con la niña sudanesa, se hundió en una profunda depresión. No podía trabajar, o si lo intentaba, caía en errores absurdos. Llegaba tarde a entrevistas, perdía rollos de fotos que ya había hecho. Y tenía problemas en casa: deudas, desamor…
El 27 de julio de 1994, exactamente tres meses después de las primeras elecciones democráticas de la historia de su país, Carter se fue a la orilla de un río donde había jugado cuando era niño, antes de que supiera lo que era el apartheid, el sufrimiento, la injusticia. Y ahí, por fin, dentro de su coche, escuchando música mientras inhalaba monóxido de carbono por un tubo de goma, logró la paz, la anestesia final de la muerte.

miércoles, 23 de febrero de 2011

PERO A TU LADO...

He muerto y he resucitado.
Con mis cenizas un árbol he plantado,
su fruto ha dado y desde hoy algo ha empezado.

He roto todos mis poemas,
los de tristezas y de penas,
lo he pensado y hoy sin dudar vuelvo a tu lado.

Ayúdame y te habré ayudado,
que hoy he soñado en otra vida,
en otro mundo, pero a tu lado.

Ya no persigo sueños rotos,
los he cosido con el hilo de tus ojos,
y te he cantado al son de acordes aún no inventados.

Ayúdame y te habré ayudado,
que hoy he soñado en otra vida,
en otro mundo, pero a tu lado.

Ayúdame y te habré ayudado,
que hoy he soñado en otra vida,
en otro mundo, pero a tu lado.
 

lunes, 21 de febrero de 2011